Cada
uno de los seres humanos nos situamos en la realidad que nos toca vivir de
acuerdo a nuestra historia, a nuestra cultura, a nuestras experiencias, lo que
va formando nuestra ideología.
Las
maestras y maestros, llegamos a serlo la mayoría de las veces por una profunda
vocación de solidaridad, en primer lugar con los niños, que son la masa con la
que amasamos nuestro pan, y también con la sociedad, ya que queremos formar
seres libres, pensantes, autónomos, profundamente críticos de la realidad, y
sobre todo transformadores de la misma.
Yo
llegué al Magisterio con el auténtico orgullo que tenemos todos los que
alcanzamos ese importante escalón en nuestra formación, que nos permite poder
transmitir conocimientos, arte singularmente valorado por todas aquellas
sociedades que reconocen que su única salvación está en la educación de los
futuros ciudadanos.
Trabajo
que no puede ser reemplazado por ninguna máquina, porque no sólo requiere
conocimientos, sino que se basa en el cariño, en el trato afectuoso, en el
gesto o la palabra de aliento, en la actitud sincera de importarnos lo que le
pasa al otro, ya sea el alumno o la familia.
La
familia es nuestra mejor aliada cuando atendemos sus necesidades además de la
de los chicos.
Todo
esto constituye un trabajo. No mirar para otro lado cuando el chico es
golpeado, abusado o maltratado. No desconocer su situación de debilidad en una
sociedad donde existen miles y miles de desocupados y sus hijos son nuestros
alumnos.
Luchar
porque la comida de los comedores sea la mejor para esos chicos y también para
que junto con la comida aprendan a leer, a interpretar un texto, a conocer el
mundo que los rodea, a apreciar y cuidar la naturaleza, a desenvolverse en la
vida aprovechando los recursos que le proporciona el conocimiento de la
matemática, a sentir placer con la lectura, a valorar los bienes culturales, a
sentir el orgullo de ser argentinos conociendo la historia y el ejemplo de
grandes hombres como Belgrano y San Martín, por nombrar algunos que trabajaron
desinteresadamente para hacernos un país libre y soberano. A afirmar sin
eufemismos que las Malvinas son Argentinas. Todo ello es trabajo del maestro.
Me parece una obviedad
refutar que trabajamos mucho más que 4 horas y que no tenemos tres meses de
vacaciones. Porque sólo el que dice que la inflación es del 8% puede decir que de fines de diciembre al
13 de febrero son tres meses.
Lo
que sí digo es que las palabras profundamente ofensivas vertidas por Ud. en la Asamblea Legislativa
hacia el conjunto de la docencia argentina, son producto de la ideología de la
más rancia oligarquía, ligada a los intereses extranjeros, contra los que
lucharon nuestros hombres de mayo.
Ud. le estaba hablando
a legisladores que se aumentaron el sueldo a $ 35.000. ¿Pensó cuántos sueldos
docentes podía pagar con esa suma?
Que
toda esa histriónica alocución responde nada más que a la necesidad que tiene
su gobierno de seguir haciendo caja con el ajuste de los salarios de los
estatales y los docentes.
Sea
sincera, diga que se acabó el viento de cola y que necesita tener mano dura con
los salarios porque necesita la plata, entre otras cosas, para pagar la
ilegítima deuda
externa
de la dictadura de Videla – Viola. Porque resulta paradójico que vitupere, de
palabra, a los genocidas, pero reconozca los compromisos económicos que ellos contrajeron con el exterior mientras
masacraban a nuestros compañeros en la tortura.
Sra.
Presidenta: ¿Ud. mandó a sus hijos a la escuela y a la Universidad estatal?
Porque el mensaje subliminal de su discurso fue: “manden a sus hijos a la
escuela privada”. Porque en todo caso, un gobierno nacional, progresista y
popular, le debe sacar la subvención a las escuelas privadas para volcar esos
recursos a la escuela pública, antes que algún techo sepulte a algún niño en
alguna escuela pública. Porque la masacre de Once era evitable, si los recursos
en lugar de ir a los bolsillos de algún socio , iba a la estatización del
ferrocarril, al mantenimiento y fabricación de vagones, al impulso de la
industria nacional, como corresponde a un gobierno como el que Ud. dice que es.
¿Ud. alguna vez se preocupó por ver cómo
viven los docentes argentinos? ¿Sabe qué cantidad de docentes no tiene casa y
deben destinar cada vez más cantidad de salario al pago de los alquileres? ¿Ud.
alguna vez se preocupó de la necesidad de capacitación gratuita y en servicio
que tienen los docentes para llevar a cabo su tarea con calidad?
¿Alguna
vez pensó cómo hacen para llegar a fin de mes docentes que ganan $2500? Lo que
sí le puedo decir es que son muchos a lo largo y ancho del país.
¿Alguna
vez se sintió tentada, como hizo Belgrano, a donar toda su fortuna para la
creación de escuelas y morir en la pobreza?
No
sé si sabe, Sra. Presidenta, que los maestros y profesores, además de ir a la
escuela a dar clases, las tenemos que preparar, que hay un sistema de
planificación que no podemos realizar en las escuelas, que también hay un
sistema de evaluación, que tampoco podemos preparar en las escuelas, que
debemos preparar nuestro material didáctico, que por supuesto no se puede
realizar en las escuelas, que debemos corregir pero no en horas de clase. ¿En
qué tiempo estima Ud. que los docentes realizamos esas tareas? En el tiempo que
Ud. considera “libre”, después de las 4 horas de clase, que para muchos son 8
porque deben trabajar en dos cargos. Esas horas invisibles a los ojos de la Presidenta son horas de
trabajo no pagadas. Como el tiempo que las mujeres empleamos en nuestras casas
para lavar, planchar, cocinar, limpiar. Ese también es invisible para la
sociedad.
Seguro
que Ud. esos problemas triviales no los sufre, porque no debe realizarlos, pero
las maestras y profesoras, en tanto mujeres comunes, sí los tenemos que hacer.
¿Sabía
Ud. que gran parte de esos maestros y profesores suplentes que el Estado paga
se debe a estrés postraumático debido a las condiciones de trabajo en las que
se desenvuelven? ¿No leyó en los diarios, Ud. que los lee todos los días que a
un Director de Pergamino casi lo matan a golpes? ¿Desconoce que eso pasa en
gran cantidad de escuelas y de provincias y que cuando a un docente lo agrede
un padre o un alumno se investiga al docente sin tomar medidas contra los
agresores?
¿No
pensó que sus palabras incentivaban la agresividad contra los docentes en lugar
de acercar a la comunidad a los maestros de sus hijos?
El
repudio generalizado que lograron sus palabras entre los docentes es más que
contundente. Muchos de ellos, confundidos o de buena fe, la votaron el 23 de
octubre.
Olvídese
de que la vuelvan a apoyar.
Ud.
hirió los sentimientos más profundos de la docencia argentina, y esa herida no
se cierra, así nomás. Como seres pensantes y reflexivos, no trasladaremos su
agresividad a nuestros alumnos ni a sus familias. Seguiremos enseñando a
respetar las investiduras
Democráticas,
como la que Ud. representa. Seguiremos generando ansias de libertad y
emancipación a las generaciones; seguiremos apoyando a nuestras familias como
lo hicimos hasta conseguir que entreguen becas a nuestros alumnos, y más
recientemente, cuando junto a otros trabajadores, con decisión, convencimos a la sociedad de
que “la pobreza es un crimen” y apoyamos el salario Universal por hijo y la
secundaria obligatoria. Porque queremos a todos los chicos, sin distinciones, en
la Escuela Pública, pero no empobrecida. Y seguiremos luchando hasta que nos
devuelvan los salarios familiares para nuestros hijos y los hijos de todos los
estatales, porque tenemos derecho, es justo y legal. Y esperaremos que su
Gobierno se retracte, (por convicción o por conveniencia), porque lo Nacional y
Popular es la unidad del pueblo que fue, el que con su fuerza, soportó la
debacle menemista, el 2001-2002, y forjó el superávit que su gobierno manejó
estos años. Es hora de los trabajadores, de los que debemos mejorar nuestras
vidas para unirnos contra los enemigos de la Patria que son muchos, de afuera y
de adentro, y no somos, precisamente, nosotros.
Lidia
Braceras
-Ana María L. Rodríguez
Sec.
Gral. SUTEBA QUILMES
Sec. Gral SUTEBA Marcos Paz.